lunes, 8 de octubre de 2012

Happy tree friends/Shifty x Lifty (non-con), menciones de otros/Rating NC-17.

Doble maldición

[Parte1]


No sabe cómo despedirse, ¿de acuerdo? Nunca quiso que Shifty tomara de él hasta la última gota de dignidad, convirtiéndose en algo que desprestigia la palabra "hermano". Sin embargo, separarse de él es como mutilarse la carne y vaya que Lifty sabe de lo que habla consigo mismo, por primera vez sin compartir nada de lo que le ronda la cabeza. El hecho de que sus súplicas no fueran atendidas, sino motivo de burla y obviedades para el mayor, ha terminado de convencerlo.

Agarra el sombrero dejando la bufanda, su marca de gemelo. Es otoño de todos modos. Pronto Shifty podrá usarla. Quizás piense en él y lo anhele de una forma que no sea carnal, ¿eh? Pero quizás, para variar, se hace ilusiones.

Lo único que vas a extrañar es mi agujero para eyacular, ¿verdad? Mejor págate una puta.—replica en voz baja con desdén y los ojos húmedos, tirando sobre Shifty, que ronca despreocupadamente, los billetes que tardó media hora en sacarse, dolorosamente.

Págame lo que me quitaste.

Shifty se rió de él. De nuevo.

¿Qué dices que te falta? ¿No crees que te he compensado más que suficiente esta noche?

Dejó escapar el humo del cigarrillo. Lifty se indignó, mostrando los colmillos, visiblemente alterado y a su ver, con toda la razón.

Te dejé hacer lo que quisiste. Como mínimo dame lo que me corresponde.

Shifty siguió riéndose pero combinó su burla con el movimiento de ponerse en pie, sacudiéndose los pantalones tras volver a subirse la cremayera y meterse las manos en los bolsillos del traje arrugado.

(Shifty tenía un aire de estafador de negocios. Lifty usaba ropa deportiva, a menos que Shifty le dijera cómo vestirse para determinada ocasión)

Bien. ¿Sabes qué he notado,Lif? Mi hermanito está creciendo. Quizás sea hora de que escuche esos ataques que se le dan, igual que en el día rojo de una mujer histérica.

A Lifty se le cerró la garganta. Shifty había cambiado su semblante y le costaba leerlo, meterse en sus pensamientos, comulgar con ellos y saber a qué atenerse.

¿Qué no haría por amor?

Lifty iba a decir algo, entre irritado y nervioso, cuando se encontró con el puño de Shifty, encajándose en su estómago, arrancándole un buche de sangre y rompiéndole más de una costilla.Cayó hacia atrás, impulsado por el dolor, escuchando las inmediatas risas que llenaron el ambiente. En menos de un segundo (si es que transcurrió algo en absoluto) tuvo a Shifty sobre él, obligándolo a darse vuelta y deshaciéndole el torpe nudo que se hizo en la cintura con las sábanas para cubrirse los genitales.

Lifty estuvo a punto de atreverse a pegarle un fuerte codazo en las costillas pero por desgracia lo pensó y la oportunidad se desvaneció. Shifty, siempre más fuerte, le esposó una mano al soporte de metal de la litera rota, en la que dormía Lifty sobre el suelo, ampliada por un colchón matrimonial.

¿Quieres que te dé tu parte restante, hermanito? Solo tenías que pedírmelo. Iba a comprarte algo lindo pero supongo que puedo regalarte otra cosa.

Lifty estuvo a punto de maldecir cuando tuvo nuevos motivos para su incomodidad. Dolor. Y humillación. Shifty se carcajeó con malignidad: se había sacado del bolsillo del pantalón un grueso fajo de billetes, enrollado y lo presionaba con firmeza pero sin prisa contra la entrada de Lifty, que jadeaba, sonrojado y lloroso, con el papel empezando a cortarlo para abrirse paso a su vergonzoso interior.

Cuando sus músculos lastimados terminaron de ajustarse a esa enorme y repugnante forma dentro suyo, Lifty tenía los ojos desorbitados y gemía. El desgarre era doloroso pero no se comparaba a la consciencia de saber que su hermano había llegado a esos extremos.

Shifty siguió carcajeándose, poniéndolo boca arriba otra vez. Lifty no pudo ni rogar. Se preguntó vagamente qué pretendía Shifty al desabrocharse los pantalones de nuevo, sacándose el miembro y poniéndose de pie en el colchón, con los tobillos entre las axilas de su hermano menor. ¿Dejarlo de esa manera hasta que aceptara...? (esa forma de sus experiencias forzadas le causaba repelencia particular. Lifty gustaba de las cosas dulces y aquel sabor le resultaba repulsivo, por no hablar del acto en sí. Shifty lo convenció solo luego de molerlo a golpes y maniatarlo con esposas robadas o su propia corbata, también después de drogarlo u obligarlo a beber hasta quedar como una cuba. Tenía un arnés doloroso, que le cortaba el mentón y los labios, fruto amargo de una captura; y que hacía especialmente espantosa esa práctica, que no implicaba solo el desarme de los puñetazos y patadas, sino la mutilación que de otro modo, se quedaba en amenaza, que no fuera porque Shifty estaba de humor y sed de sangre, cabreado tal vez con el flipado oso verde)

Y Lif, toma esto, cortesía de la casa porque eres mi único hermano.

Un largo chorro de pis cayó sobre el torso de Lifty, para subir juguetonamente hasta su cara horrorizada y pronto asqueada, al salir su dueño del estupor.

Es lógico que los hombres marquemos nuestro territorio, ¿no crees?

Pero Lif casi no lo escuchaba ni lo veía levantar el índice de su otra mano con burlona didáctica, como si estuviera explicando algo para principiantes, tal y como sería desarmar las bisagras de una puerta o meter un alambre doblado para abrir una cerradura ajena. Con ese mismo tono le enseñó el oficio a Liftty, cuando regresó por él al orfanato. Menos de un mes separados había quemado a Lifty de tal forma que estaba a punto de cambiarse el nombre y hacerse pasar por su hermano, actuando presuntuosamente, en un esfuerzo de mantenerlo cerca. Dentro. De otro modo.

Disfrútalo, Lif. Si yo sé que te encanta. Tenemos la misma sangre. Considera que te lo has ganado.

La última parte de la carga dio contra el cabello y los ojos cerrados de Lifty, que solo cuando el ultraje terminó, se dio cuenta de que podía enterrar la cara en las sábanas sucias de orina, sudor y lágrimas.

Hasta ahí llegó. En ese momento no pudo articular idea alguna, ni hablar o insultar y mientras que Shifty volvía a arrojarse a su cama, tarareando una de las melodías tocadas en el casino, bostezando y quedándose dormido de inmediato, como si casi nada hubiera pasado.

Lifty pasó alrededor de una hora con los ojos cerrados, apestando y llorando hasta que se le acabó la sal. Esta pasó a quemarlo en el pecho con furia. Con los últimos resquicios de amor propio que le quedaban, se mordió la lengua, ahogando un alarido y quebrándose la muñeca para sacarla de las esposas. Empezó a trazar el plan atolondradamente. Se arrojó a la ducha para lavarse rápido con agua fría y se quitó el fajo de billetes ensangrentados con cuidado de que no se mojara, una vez afuera. Se vendó la mano, esperando a que se regenerara al día siguiente. Estuviera donde estuviera.

Afuera, la constelación Géminis parece la más brillante, casi la única visible en el cielo y en tanto empieza a hacerse paso por la maleza del bosque, Lifty recuerda lo que Shif le dijo cinco años antes, cuando volvió por él, tal y como prometió.

Vamos, mano. Necesito a alguien inteligente conmigo. ¡Si sabes que no puedo ni sumar! Estaremos ahogados en verde. Te lo prometo. Somos hermanos, ¿no? Además, tengo que cuidarte...

(alguien inteligente no lloraría al abandonar el motivo de tantas penurias, sangrando y aún oliendo a los líquidos de la única familia que aparentemente tiene, se repite Lifty con amargura, ajustando el nudo de la bolsa repleta de billetes, en la que solo se diferencia del preciado verde, una foto de los dos, pobres y aún fieles el uno al otro, en un marco de oro, quizás más valioso a ojos de Shift que ese vínculo que solían tener y que sin duda se echó a perder)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta historia es muy turbia ojala que lifty alla escapado